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Un mundo mejor es posible: estrategias para un movimiento populista

Dedicado a Sylvia, quien no ha nacido todavía y no tiene otra opcion que vivir en el mundo que hemos hecho para ella hasta que ella comienze a cambiarlo.

El final de las lamentaciones
Bajo el título “Estrategias Progresivas en un Momento Populista”, La Nación (julio 7-14) publicó una colección de artículos escritos por diez líderes progresistas que hablan de cómo “podemos construir el poder para lograr un cambio real, y no es simplemente defendernos de agresiones reaccionarias”.

Dada la relevancia de las propuestas y el tono diferente en el discurso de los artículos, un tono que deja atrás el semi-tradicional “de quejarse y lloriquear” de la izquierda estadounidense, este artículo tiene como objetivo presentar a nuestros lectores un resumen crítico de las principales estraegias económicas, e políticas e ideológicas que proponen.

Un momento populista o un momento de populismo?
Una caracterización precisa de la realidad política que pretendemos transformar es esencial para el éxito de cualquier proyecto político. En el artículo de introducción a este número de The Nation, “Levántate y lucha”, Robert L. Borsage sostiene que vivimos en un momento populista. Populismo es un término que sufre de maleabilidad lingüística, por lo que es difícil de definir. Históricamente, ha sido usado y abusado en la política estadounidense, como una colcha multicolor que cubre extraños compañeros de cama, tales como el agrarismo izquierda en la década de 1800; el llamado Partido Populista (Partido Progresista) de Theodore Roosevelt en 1912; el movimiento detrás de la elección presidencial de George Wallace en 1968; y el Partido Populista de Willis Carto que se utilizó para apoyar la campaña presidencial del miembro de KKK convertido en republicano y luego en demócrata David Duke en 1984.

Pero Borsage está más interesado en mostrar evidencia de la creciente ascendencia de las opiniones populistas en América antes que en la definición del término. Él señala cómo: “Encuesta tras encuesta muestra que amplias mayorías tienen opiniones populistas sobre inversiones, impuestos y comercio populistas; sobre como cambiar Wall Street; y sobre como limpiar la burocracia de Washington. opinion es todas que están muy lejos de los de las élites. Encuestadores demócratas ahora aconsejan a sus clientes hablar de las familias trabajadoras, y no la clase media, debido a que más y más estadounidenses no se sienten parte de esta ultima”.

Para Borsage, el Movimiento Ocupar Wall Street, al hacer publica la desigualdad que afecta a 99 por ciento de la población, abrió nuevas posibilidades de organización y, al mismo tiempo desplazado el debate de cuestiones de identidad hacia problemas de la economía. Teniendo en cuenta los niveles de insatisfacción social en Estados Unidos parece que de hecho vivimos en un momento populista que se caracteriza por la creciente conciencia de la disparidad entre los intereses de las mayorias y los de las élites.

La acusación del presente y una visión moral del futuro
Según el Rev. Dr. William J. Barber II, un conocido activista, fundador del Movimiento Forward Moral Monday, y presidente de la NAACP de Carolina del Norte; nos encontramos en una nueva era que el llama la Tercera Reconstrucción y que se caracteriza por una creciente acusación del presente que proclama al mismo tiempo que “hay una mejor manera y que existe una obligacion moral.” Para Barber, existen derechos fundamentales que se deben implementar con el fin de que todos podamos vivir mejor.

Rev. Barber sostiene que el fantasma de un nuevo electorado mayorotario atormenta los sueños de la derecha reacionaria del sur, y “no les permite dormir” Este nuevo electorado es interracial, intergeneracional, lucha contra la pobreza y en favor de la clase trabajadora, y trabaja para reformar las leyes electorales. Sus últimas apariciónes éxitosas fueron durante el primer y segundo termino en las elecciones de Obama. Consciente del potencial transformador de este electorado (por ejemplo: Moral Monday movilizó más de 80.000 personas interraciales a una protesta en Raleigh, Carolina del Norte en febrero pasado) Rev. Barber aboga por “Un lenguaje más profundo que penetre hasta el alma de las personas y les empuje a un nuevo lugar. Los derechos laborales no son un problema de izquierda o derecha. Derechos de las mujeres no son de derecha o izquierda; la educación no es de izquierda o derecha; ayudar a las personas cuando están en paro no es de zquierda o de derecha. Esas cuestiones son el centro moral de que decimos ser como personas.”

Para él, el poder político emanará de la forja, a lo largo de los Estados Unidos, de una amplia coalición de la política de fusión a lo largo de las líneas del nuevo electorado. Él nos invita a “dejar de ser un termómetro” o limitarnos a medir el descontento social, y concluye formulando una pregunta desafiante: “Quiero saber, ¿estás listo para luchar? Dios nos ha dado todo lo que necesitamos; todo lo que necesitamos hacer es luchar y luchar hacia adelante. Y, si lo hacemos, nuestros hijos van a gritar nuestro nombre [s] porque en el momento de la exposición, no nos damos por vencidos.”

El poder de la fuerza laboral
Muy pocas personas cuestionan la afirmación de John Locke de que toda la riqueza en la sociedad es el producto del trabajo. Entre la izquierda, muy pocos estarian en desacuerdo con la afirmación de Noam Chomsky de que los sindicatos son la fuerza principal para la democracia y el progreso. El nuevo progresismo populista es igualmente consciente del poder del trabajo. En las palabras de Sarita Gupta, director ejecutivo de Trabajos con Justicia, necesitamos nuevos modelos organizativos capaces de empoderar a los trabajadores y trabajadoras para que “pueden exigir colectivamente las políticas públicas y prácticas corporativas que permitan a sus familias y a las comunidades a prosperar”.

Para Gupta, el empoderamiento de los trabajadores se llevaría a cabo mediante la creación de nuevas formas de correlacion de fuerzas, que sean especialmente beneficiosas para los trabajadores eventuales que están “excluidos de las protecciones de derecho laboral e ignarados por el movimiento obrero.” De acuerdo con Gupta, estos trabajadores estan concentrados en trabajos domésticos, trabajos migrantes, en el pequeño comercio, la comida rápida y restaurantes. Todos ellos también son trabajadores atrapados en empleos de bajos salarios. Ella propone un “Impuesato a los malos negocios” como medida para ser pasada “a nivel de ciudad, condado y estados a nivel nacional”, que penalizaría y criminalizaría los abusos de los empleadores, tales como los bajos salarios y la dependencia en subsidios financiados por los contribuyentes. “Los ingresos generados se canalizarian directamente a los trabajadores de bajos ingresos y a las comunidades.”

Para David Roff, presidente de SEIU 775 NW, el sindicato de mayor crecimiento en el noroeste, el establecimiento de nuevas formas de lucha laboral también es importante. Él señala, “la negociación colectiva ya no puede lograr victorias a gran escala para la inmensa mayoría de los trabajadores. Y a medida que se acumulan pruebas de que el capitalismo no tiene un mecanismo inherente para controlar la agregación ascendente de la riqueza, es urgente encontrar nuevas maneras de construir el poder para los trabajadores”.

Teniendo en cuenta que el trabajo organizado posee activos combinados de más de 34 mil millones dólares, Roff propone la asignación de pequeñas porciones de este capital a las “iniciativas experimentales que podrían producir resultados masivos”, que reflejan en cierto modo, la mentalidad de los capitalistas de riesgo de Silicon Valley.

También propone lo que él llama una “incubadora de la mano de obra”, que ” movilizaria a una amplia gama de asociados y recursos, desarrollaría ” un prototipo” para la transformación del trabajo, y la reprodución y ampliación de los proyectos con mayor potencial, y difundir los resultados de nuestros experimentos a través del movimiento “.

Es el calentamiento global estúpido!
Ninguna estrategia populista contemporánea relevante puede ignorar el calentamiento global y los efectos devastadores de la subida del nivel del mar. Para los neoyorquinos, las inundaciones causadas por Superstorm Sandy todavía están frescas en su memoria. María Boeve, Director Ejecutivo de 350.org, señala que después de las inundaciones, “un coro de voces pidieron al gobierno de la ciudad reconstruir con capacidad de reistencia y recuperación frente a las condiciones meteorológicas extremas, y para ayudar a reducir el cambio climático a través de edificios energéticamente eficientes y sistemas de transporte más fuertes.”

Boeve reconoce que este es sin embargo, un fenómeno relativamente nuevo entre los ambientalistas. Ella está de acuerdo con Naomi Klein en señalar que las investigaciones en el cambio climático actual proporcionan la evidencia para respaldar el populismo económico. Para Boeve, es fundamental dar a conocer la destrucción del planeta en manos de las grandes corporaciones y erosionar cualquier credibilidad moral que estas puedan tener. Con el fin de tener éxito segun Boeve: “Nuestro movimiento no puede parecerse a lo que estamos tratando de oponernos: empresas de petroleo y carbón, y centrales electricas centralizadas y lentas en adaptarce. El Populismo ambiental debería ser tan descentralizado como paneles solares, con las organizaciones locales ectadas unas con otras y apoyándose en los puntos fuertes de los demás para alentar una `diversidad de tácticas.”

El príncipe moderno de Estados Unidos
Transformaciones políticas no tienen lugar por ósmosis o por percepción extrasensorial. Si estas transformaciones han de tener lugar, tener éxito, y persistir, necesitan algún tipo de organización confiable y eficiente. Esta necesidad se cubre generalmente con la existencia de partidos políticos u organizaciones destinadas a llevar a cabo los intereses de clase de sus miembros y simpatizantes. El partido político se convierte en el “príncipe moderno”, para usar un término del marxista italiano Antonio Gramsci, cuya misión es promover e instalar una nueva hegemonía política en la sociedad.

Daniel Cantor, director nacional del Partido de Familias Trabajadoras, una organización fundada en 1998 y consolidada en base a una amplia alianza clase formada por la clase media, la clase trabajadora y los pobres. Cantor intenta es reflejar y luego superar, con una perspectiva de izquierda, las lecciones aprendidas del Tea Party. Según Cantor: “Trabajando dentro y fuera del Partido Demócrata, el PFT ha tratado de cortar, tirar y empujar a los demócratas a la izquierda. Es tarea de los demócratas derrotar a los republicanos y es nuestro trabajo asegurarnos de que ellos sean derrotados por la razón correcta [s] y por las personas adecuadas. Piense Elizabeth Warren, Bill de Blasio, Keith Ellison, Jeff Merkely.”

Preocupados por la importancia de las tácticas de la derecha, Cantor se da cuenta de que el PMA-como muchos otro tercero anterior experimentos-tiene que “caminar por la cuerda floja entre la independencia y la pertinencia, para encontrar el camino a la izquierda.”

Leah de Hunt-Hendrix & Max Berger (la primera escritora y organizadora por justicia económica, y el segundo pertenece A Citizen Engagement Lab ) ponen en duda la eficacia de la construcción de “estructuras cerradas y jerárquicas que no pueden escalar (como los sindicatos que no pueden ir en huelga), igualmente dudad de movilizaciones horizontales abiertas que se desmoronan rápidamente y no tienen una estrategia coherente (como Occupy Wall Street). Para ellos, “los organizadores de este país deben aprender del enfoque utilizado por los movimientos de resistencia en la Primavera Árabe y las anteriores” revoluciones de color” en Europa del Este, que lograron derrocar regímenes autoritarios mediante la combinación de estructura y la movilización en un modelo híbrido que podría escalar en militacia y tiene un plan para ganar “.

Para ellos, la política y la economía no se pueden separar; más importante aún, la redistribución de la riqueza es insuficiente, ya que: “La redistribución no es suficiente para asegurar la igualdad de derechos, la igualdad económica o sostenibilidad ambiental: necesitamos una democracia económica. Hasta que no tengamos un control democrático sobre nuestros bancos, hasta que los trabajadores y las comunidades tengan voz y voto en la forma en las empresas operan, hasta que tengamos el control comunitario sobre la tierra, estaremos luchando por siempre una batalla cuesta arriba”.

Los articulos en The Nation describen importantes trabajos políticos sucediendo actualmente a través de los EE.UU. Este nuevo populismo progresivo ofrece optimismo político para el futuro en forma de estrategias factibles capaces de minar el poder y la codicia de las elites y consolidar la poder del pueblo: la clase media, la clase trabajadora y los pobres de esta nación.

Enrique Quintero, un activista político en América Latina durante la década de los 70, enseñó ESL y adquisición de segundas lenguas en el Distrito Escolar de Anchorage, y español en la Universidad de Alaska Anchorage. Actualmente vive y escribe en Olympia.

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