Las acciones de hombres y mujeres, parte 1
El escritor argentino Jorge Luis Borges dijo alguna vez que el cielo y el infierno parecen estar fuera de toda proporción, ya que, según él, las acciones de los hombres no merecen tanto. Ese puede ser el caso de la justicia divina gobernando la otra vida, pero cuando se trata de los líderes nacionales que elegimos, sin duda merecemos las consecuencias políticas de nuestras acciones. Los Estados Unidos, que según Joe Biden es “La mayor democracia en la historia del mundo” ha nominado, una vez más, al monstruo bi-cefalo del capital corporativo para gobernar la nación, bajo la ilusión de que la elección de una de sus dos cabezas oficiales, ya sea el candidato republicano o demócrata, es la mejor de las posibilidades, y a su vez es lo mejor que democracia estadounidense tiene que ofrecer. Hemos fallado, una vez más, en distinguir entre lo que es realmente beneficioso para nosotros, y lo que otros nos ha dicho sería beneficioso para nosotros.
Si Borges tiene razón, el infierno y el cielo se deben escatimar como consecuencia de nuestras acciones, bien sean políticas o de otra índole; pero mientras tanto, Clinton o Trump están a punto de convertirse en realidad. Ambos, estan estructuralmente condicionados a perpetuar las condiciones materiales actuales de desigualdad para la mayoría de los estadounidenses. Esta situación no puede ser ignorada. Ciertamente, no es ignorada por sus principales beneficiarios, el diez por ciento de la población, que dada la tendencia nacional hacia la concentración de la riqueza en las últimas décadas, esperan enriquecerse aun mas que antes. Este escenario inquietante de la desigualdad no pertenece ni en el cielo ni en el infierno -vive aquí, entre nosotros, en la realidad social del planeta y del país en el que vivimos. Esta precaria situación está a punto de ser legitimada, una vez más, con la bendición civil de los hombres y las mujeres que depositaran en el sagrado altar de la democracia estadounidense.
Las acciones de hombres y mujeres, parte 2
Tal como están las cosas, la elección de Trump o Clinton en el otoño tiene poco que ver con la mejora de nuestras posibilidades para corregir las injusticias sociales que resultan de la versión actual de la democracia EE.UU. Este gobierno, en su forma más reciente, se encuentra envuelto en una aureola de guerras en el extranjero y de la militarización interna de la economía y de la sociedad civil; lo que resulta en una profunda disparidad económica e irracionalidad social; falta de atención adecuada de la salud, servicios sociales, vivienda y educación; irresponsabilidad ecológica; violencia policial, racismo y el encarcelamiento masivo especialmente de la población afroamericana. La mayor democracia en la historia de la humanidad en verdad!
Irónicamente, al mismo tiempo, en la última década hemos sido testigos de las mayores y más radicales expresiones de resistencia y oposición a las condiciones actuales del capitalismo estadounidense. Desde el movimiento Occupy , a Black Lives Matter, del Consejo Nacional de los Pueblos Indígenas (The Red Nation), a marchas multitudinarias que exigen regulaciones sobre el cambio climático global, culminando con millones – en particular de hombres y mujeres jóvenes – que apoyan la plataforma democrática socialista de Bernie Sanders. Todos estos acontecimientos políticos combinados expresan la germinación constante de descontento social y una elucidación casi instintiva entre las masas de mejores formas de lucha. También expresan un tipo diferente de acción ejecutada por estos hombres y mujeres, acciones que buscan superar las banalidades soporíferas del discurso político dominante. Como señalan Jordan T. y Christina Heatherton, editores de “Policing the Planet: ¿Why Policing Crisis Led to Black Lives Matter” (Verso 2016), este sentimiento y convicción acerca de la importancia de la trascendencia política es quizás mejor capturados por la última línea de programa del Consejo de los pueblos indígenas: “para que los pueblos nativos vivan, el capitalismo y el colonialismo deben morir”. El problema es, por supuesto, buscar la forma de acelerar la extinción del capitalismo a través de medidas radicales y transformadores que sean realizables.
Las acciones de Bernie Sanders
Las dos más importantes movimientos de resistencia y de lucha que han surgido de la crisis actual son Black Lives Matter y el movimiento aglutinado en torno a la campaña de Bernie Sanders. Este ultimo siendo influenciado por el primero en muchos aspectos significativos. Ambos movimientos han abordado con eficacia en sus plataformas políticas especificas el problema de combinar una retórica radical con una crítica pragmática igualmente radical del capitalismo. En el caso de Sanders, su llamado a una “revolución política” incorpora medidas específicas dirigidas a ‘matar de hambre’ políticas e instituciones importantes del poder estructural del estado capitalista. Entre otras: la abolición de la desigualdad de ingreso y de la riqueza, educación universitaria gratuita, eliminar el rol del gran capital en la conducción de la política, el establecimiento de un salario mínimo vital, la lucha contra el cambio climático, la toma de medidas en busca de justicia racial, una política justa de inmigración, derechos de la mujer, la creación de una generación sin sida y libre de VIH, la igualdad LGBT, Medicare para todos los ciudadanos, y así sucesivamente. Parte del éxito Sanders, creo, fue porque sus simpatizantes entendieron su versión de “socialismo democrático”, como altruista, humano y justo, pero al mismo tiempo posible y políticamente realizable.
Dada la propia naturaleza de su plataforma programática, los partidarios de Sanders, y él mismo Sanders hasta el punto de su apoyo a Clinton, lograron evitar la falsa dicotomía de intereses de clase representados por republicanos y demócratas. Para ilustrar cómo la simbiosis del gran capital no se encuentra exclusivamente dentro del partido republicano, Jennifer Roesch, escribiendo para Jacobin, informa que en una “encuesta de millonarios fue muy reveladora de esta situación: Clinton encabeza la lista con un 31 por ciento de millonarios que la apoyan”.
La última acción de Sanders, su apoyo a Hillary Clinton, se basa en su temor acerca de lo que representa Trump y sus abiertas expresiones de racismo e intolerancia. Pero como Roesch observa en el mismo artículo de Jacobin, “si nuestro lado sucumbe al pánico sobre Trump, ignoramos al mayor peligro que enfrentamos. Es la “guerra contra el terrorismo” llevada a cabo por un presidente democrático durante los últimos ocho años que ha creado el caldo de cultivo para el racismo y el terrorismo. Es la crisis social y económica devastadora causada por la austeridad que crea las condiciones en las que un chivo expiatorio creado por la derecha parece que pueda proporcionar las respuestas “.
Las acciones de hombres y mujeres, parte 3
El martes, 8 de noviembre de 2016 hombres y mujeres de este país estará en condiciones de decidir si sus votos serán atrapados dentro de la lógica de “mal menor” o si serán capaces de trascender a los dos gemelos siameses hijos del capital corporativo norteamericano . Con el fin de hacerlo, debemos seguir trabajando por una izquierda fuerte e independiente capaz de transformar esta nación. El cielo y el infierno pueden estar fuera de la proporción de nuestros errores políticos, pero el juicio de la historia va a ser difícil de ignorar.
Enrique Quintero, un activista político en América Latina durante la década de los 70, enseñó ESL y adquisición de segundas lenguas en el Distrito Escolar de Anchorage, y español en la Universidad de Alaska Anchorage. Actualmente vive y escribe en Olympia.
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